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Desde la publicación de su primera obra, Primer amor, últimos ritos, Ian McEwan (Aldershot, 1948) se consolidó como una de las voces más incisivas de la generación postmoderna británica. Su literatura explora con crudeza la culpa, la hipocresía y la complejidad moral, y en su etapa más reciente, las heridas históricas, todo siempre bajo un agudo sentido del humor y una punzante crítica social.
Con voces narrativas capaces de crear imágenes tan hermosas como inquietantes, Fernanda Trías (Montevideo, 1976) se ha consolidado como una de las autoras esenciales de la literatura latinoamericana. Su escritura explora la soledad, el encierro, la enfermedad y la complejidad de las relaciones humanas.
Cuestionando constantemente el límite entre la ficción y la no ficción, Zambra (Santiago de Chile, 1975) demuestra que todavía es posible hacer literatura desde lo «simple» sin renunciar a lo complejo. Con textos que van del ensayo y la crónica a exploraciones más libres de la narrativa, la poesía y la reflexión sobre la práctica literaria, leer al chileno es también una invitación a escribir.
Navegando entre lo fantástico y lo real, Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) explora el momento en que lo cotidiano deja de serlo. Su literatura es una herramienta para habitar esa grieta y salir ilesos, como si cada historia fuera una forma de enfrentar el miedo que habita en lo conocido.
Una escritora que no busca explicar la violencia: la encarna. En la obra de Melchor (Veracruz, 1982), la crudeza es una forma de mirar el mundo. Sus historias cautivan porque exploran el lado oscuro del ser humano —el deseo, la culpa, la ira—, aquello que nos vuelve egoístas y ciegos ante la vida y la dignidad de los demás. Cada obra suya parece un intento por comprender lo que el dolor deja detrás.
