Estamos a salvo
Cuentos que toman a cada individuo o fenómeno natural como reflejo, haciendo su mundo un peligro omnipresente.
Para los protagonistas de estos cuentos, en su mayoría mujeres y niños, las demás personas, así como el mundo animal y los fenómenos naturales, son a la vez un espejo de sus comportamientos y sus reacciones, y una fuente de peligros omnipresentes, atávicos. Desde “Sobras”, donde el padre de la amiga de la narradora tiene por mascota a un yacaré, hasta “Triste reino animal”, que narra el affaire de una actriz madura con un sonidista mucho más joven, pasando por la madre estupefacta de “Plantas sin tutor” o por el marido atrapado en un shopping de “El cielo es siempre fondo”, planea sobre los personajes un aire de acechanza que los obliga a mantener un estado de alerta constante, como el de un animal en la selva.