Pequeña bitácora cinematográfica
$ 8,000
Amaríamos que la vida fuera como el cine, pero podemos conformarnos con que el cine sea como la vida.
Amamos desconectarnos del mundo durante los ciento veinte minutos que dura la proyección. Amamos ser testigos de historias que solo ocurren para que nosotros las veamos y que, para llegar a nuestros ojos, tuvieron que pasar por muchas manos. Amamos quedarnos viendo hasta la última línea de los créditos porque ese es el límite entre la realidad y ese mundo que solo el cine es capaz de crear.