Este quinto trabajo se nutre de entornos naturales, concentrándose sobre todo en los cielos y en los animales.
Coliseum coloca todo en el lugar correcto y todo está ejecutado con la precisión habitual, así que ¿por qué el álbum no deslumbra como los últimos? Al igual que los cuatro álbumes anteriores, los Besnards grabaron y produjeron ellos mismos este en Breakglass, y más que sus predecesores, pide a gritos un colaborador externo, alguien que sacuda la rutina de la banda y tal vez le dé algunos trucos nuevos a su cada vez más pequeño manual de estrategias. La alegría de un gran álbum de rock espacial, después de todo, no proviene solo de la sensación de inmensidad, sino también del potencial de sorpresa, la posibilidad de que una emocionante revelación pueda estar escondida detrás de cada giro. Después de cinco álbumes, a los Besnard Lakes no les quedan muchas de esas grandes sorpresas. Todavía tienen ambiciones del tamaño de una galaxia, pero la galaxia que están construyendo comienza a sentirse como un lugar muy pequeño y demasiado familiar.