Es curioso que en un arte tan variable y subjetivo como el jazz se hable tanto sobre órdenes, clasificaciones, premios y otros conceptos absolutos (el mejor disco de jazz de la historia, el mejor trío de piano de los años 70, el trompetista más influyente, el grupo all-star del momento, ...). A pesar de lo paradójico del tema, hay algunos casos que ofrecen poca discusión, y tal es el de los comúnmente llamados "mejores combos de jazz de la historia". En tan distinguido grupo suelen encontrarse el cuarteto clásico de John Coltrane, el trio de Bill Evans (el pianista, por supuesto), uno de los quintetos de Charlie Parker, el cuarteto sin contrabajo de Benny Goodman y, por supuesto, el primer gran quinteto de Miles Davis.
Un quinteto que Miles formó una vez abandonados sus malos hábitos con las drogas, y en un momento de su carrera en que se auguraba un próspero futuro. Los miembros: músicos de entorno un tanto extraño para lo que era habitual en esa época, razón por la cual las críticas llovieron a mares. A saber: Philly Joe Jones, un batería de Filadelfia cuya experiencia estaba centrada en bandas de rhythm and blues, y cuyo sentido de la pegada le hizo ser calificado de excesivamente ruidoso por músicos y críticos. Paul Chambers, jovencísimo contrabajista apenas conocido en la comunidad jazzística del momento. Red Garland, ex-boxeador. Un atípico pianista a caballo entre la ferocidad bluesística y la sencillez clásica, al que algún crítico tuvo la osadía de calificar "pianista de bar". Y, por supuesto, ese chico heroinómano que había tocado con Dizzy Gillespie y también con bandas de rhythm and blues, y cuyas atrevidas frases y disonancias no parecían encajar muy bien con el gusto de los boppers y coolers de la época: John Coltrane.