Un álbum homenaje a la musica Country, plasmando historias personales de amor y sexo entre hombres.
Poco antes de que su álbum debut ‘Pony’ se publicara a finales de marzo, la web musical Brooklyn Vegan dio –aunque no ha sido ni confirmado ni desmentido– con el misterio detrás de la máscara del prometedor Orville Peck. La pista de que era un músico canadiense que había militado en grupos punk rock alternativos –además de los tatuajes que coincidían en los brazos de ambos, un pequeño detalle– llevó al medio a deducir que se trataba en realidad de Daniel Pitout, batería del grupo Nü Sensae y cantante en Eating Out. Pero lo cierto es que esto, en realidad, no tiene la más mínima importancia porque la mejor manera de disfrutar de Orville Peck es dejándose embaucar por el engaño, el misterio y toda la parafernalia estética que lo rodea.
Pero la historia del pop nos ha enseñado que dejar de lado el componente estético e incluso teatral de un artista –Orville es también actor y bailarín, y se nota– es despreciar una parte fundamental de su esencia. Y sin duda en este ‘Pony’ no solo es fundamental el hecho de que Peck/Pitout se oculte detrás de un sombrero de cowboy y una máscara de flecos que generan una fantasía en sí mismos. Sino también el hecho de que adopte los arquetipos del country americano para trasladarlos a una estética queer, y así reivindicar la universalidad de esta música y evitar que siga siendo monopolizada como icono de la heterosexualidad más intransigente.