Cuando pintaba un nuevo y aburrido retrato del Rey Gordín y de la princesa Lily, Leonardo se quedó dormido. Furioso, el soberano lo golpeó violentamente y el pintor, desorientado, embadurnó de pintura todo lo que se encontró en su camino; incluido un rey irascible y colérico. Al llegar la noche, Lily se puso su traje de justiciera.
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