Gente que llama a la puerta
Una novela ácida que funge como denuncia de la demencia de quienes utilizan a Dios para manipular a los hombres.
Nadie mejor que Patricia Highsmith sabría evocar el lento deslizamiento de un vago malestar hacia la tragedia y denunciar con tanta acidez la demencia de quienes utilizan a Dios para manipular a los hombres.
«El arte narrativo de la escritora, su habilidad para caracterizar personajes, para armar estructuras significativas y para desarrollar argumentos llega a extremos de implacable perversidad... Un estudio feroz de la clase media provinciana en Estados Unidos y un alegato contra la intolerancia y la moda de las sectas religiosas» (R. C., El País).