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Mirarse al espejo no tiene por qué ser necesariamente un acto de vanidad. Ni de autoflagelación.
Angel Olsen se ha enfrentado a su reflejo para entenderse mejor. Ha hurgado bien hondo y ha aprendido a perdonarse, así como a aceptar su lado más oscuro. El resultado de tan íntimo ejercicio de introspección (con un desamor de trasfondo) es una colección de once canciones en la cual la cantautora de Missouri ha dejado atrás su sonido característicamente lo-fi y se ha dejado abrazar por el dramatismo de una gran orquesta.