Entre vehementes estallidos de furia y ecos regeneracionistas de raíz clásica como principales modelos de desarrollo, la cotización de la singularidad subía enteros para revalorizarse de la mano de propuestas conectadas antes al matiz que al trazo grueso. En uno de aquellos recodos, The Feelies concibieron un singular universo que prefería una locura que entusiasme a una verdad que aburra. La culpa de tan certera sentencia la tuvo un álbum titulado… The Feelies. Crazy Rhythms. Stiff, 1980.
Su portada mostraba a cuatro jovencitos de mirada lúcida y astuta dispuestos a corroborar aquello que escribió un periodista del Village Voice cuando, a finales de 1978, se presentaron en el Max’s Kansas ante poco más de media docena de personas: “The Feelies son la mejor banda de Nueva York”. Las nueve canciones contenidas en el álbum de debut de este cuarteto formado en Haledon, Nueva Jersey, no se detuvieron en esa aseveración sino que abrieron al mundo la puerta de una noción colmada de identidad e ideas.